miércoles, 10 de abril de 2024

COMO ENCAMINARNOS HACIA UNA EDUCACION INTEGRAL

 Dr. Fernando Zamora Castellanos.

Abogado constitucionalista

 

Tal y como con agudeza ha señalado el educador y pensador mexicano Dr. José Antonio Lozano, ante los desafíos que nos presenta el siglo XXI, es indispensable superar el viejo concepto de la educación, que concibe la enseñanza reduciéndola solamente como formadora de habilidades, y, por otra parte, transmisora de conocimientos. Aunque damos por descontado que una buena educación comprende esos dos fundamentos, éstos por sí solos no son suficientes. 

 Para que el edificio educativo se sostenga firme en cuatro columnas, a las anteriores deben sumarse dos basamentos más: el tercer fundamento de la educación es la formación de actitudes, y el cuarto, es la formación en una adecuada cosmovisión que le ofrezca una sana identidad al educando. Solo cumpliendo estos cuatro fundamentos, habremos alcanzado una formación educativa sólida. En su ensayo sobre los pilares de la educación, Jacques Delors, expresidente de la Comisión Europea, desarrolló una noción similar, para lo cual determinaba que los cuatro pilares de la adecuada formación educativa son: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser. El ensayo en el que Jacques Delors planteó estos cuatro novedosos basamentos, surgió como resultado de un estudio sobre la educación para el siglo XXI, que la Organización de las Naciones Unidas para la educación y la cultura (UNESCO) le solicitó a él en 1996. Finalmente, Delors entregó un informe que tituló La educación resguarda un Tesoro”, señalando a la educación como depositaria de las herramientas para generar en el mundo valores fundamentales como lo son la equidad social, la libertad, y la paz.     

La educadora española Anabel Moreno resume con precisión los cuatro pilares educativos de Delors. Para Delors aprender a conocer es ejercitar los instrumentos del saber para que el educando obtenga placer en adquirir conocimientos. La idea fundamental es que el alumno se motive por sí mismo a investigar, profundizando en las materias para las que tiene vocación. En síntesis, mecanismos que le permitan lo que se denomina pensamiento crítico, que implica también la avidez por adquirir acervo intelectual y así entender su entorno de mejor manera. El objetivo final es que el individuo que sea sometido al proceso educativo, procese la información que obtiene a través de criterios propios o autónomos, mejorando así su cultura general. Y procurando que el educando no se convierta en lo que Ortega y Gasset llamaba un bárbaro especialista, “el cual cada vez conoce más, pero de cada vez menos, hasta saberlo casi todo, pero de casi nada”.  En palabras de la profesora Moreno: “la cultura general enriquece la especialización en un área concreta, pues las mejores ideas surgen de la interacción con un entorno rico. Del mismo modo, favorece la colaboración entre asignaturas o materias.”

En su ensayo de finales del siglo XX, Delors ya identificaba como un serio problema en la educación la exposición infantil a un entorno audiovisual frenético, algo que se ha agravado exponencialmente a raíz del gran escenario del internet. Moreno lo expresa con una sentencia lúcida: “es el entorno en el que multitud de informaciones superfluas pasan por la mente del niño sin dejar huella, por lo que el antídoto a la superficialidad, consiste en ejercitar la atención, la memoria y el pensamiento.”  Así Delors también sugiere que se debe seleccionar lo que los alumnos deben memorizar y a lo que deben poner atención. Ello sin suprimir del todo la memorización de cierta información que es fundamental como herramienta del conocimiento y la cultura, pues aprender a conocer es esencialmente organizar las estrategias indispensables para adquirir nuevos conocimientos o ampliar los que se poseen.

La segunda columna del proceso educativo, el Dr. Lozano la define como formar habilidades, y Delors como aprender a hacer. Básicamente consiste en la capacidad de darles utilidad a los conocimientos adquiridos, adaptando esa enseñanza obtenida a las necesidades sociales y del mercado. En la realidad del siglo XXI, aprender a hacer, como bien lo señala la docente Anabel Moreno, implica una serie de competencias para “saber comportarse socialmente, comunicarse adecuadamente, trabajar en equipo, solucionar conflictos, tener iniciativa, o asumir riesgos.” 

 

Ahora bien, como anteriormente cité, el tercer fundamento de la buena educación, el Dr. Lozano lo define como la formación de actitudes, y Delors como el aprendizaje de la convivencia. Para Delors es posible una educación para la armonía social a partir de un entorno que estimule la convivencia entre personas de diferentes razas, capacidades o condiciones socioeconómicas, o formas de pensamiento, todo a partir del fomento de determinados objetivos y proyectos conjuntos, “donde todos los niños tengan las mismas oportunidades y herramientas para entenderse como iguales.” Para Delors, en la línea de la convivencia intercultural, es de particular importancia el conocimiento adecuado de la geografía, la historia, el arte y los idiomas extranjeros. 

 

La cuarta columna la define el Dr. Lozano como la formación en una adecuada cosmovisión que le ofrezca una sana identidad al educando, y Delors la denomina de una forma más lacónica, como aprender a ser. En otras palabras, la educación debe contribuir a la forja de la cultura humana y social, lo que significa colaborar en la forja del desarrollo integral de la persona, algo en lo que debe contribuir también la formación en el hogar y la formación espiritual. Cultivar, su sentido estético y la cosmovisión que le permita acercarse a las grandes respuestas existenciales del ser humano, como lo son las preguntas sobre nuestro propósito, destino e identidad. En síntesis, para Delors, en el desafío de aprender a ser, y abrazar una cosmovisión que nos ofrezca identidad, es vital fomentar todo aquello que también incite nuestra espiritualidad, y hasta nuestra cultura plástica, a través de la “revalorización del arte, de la poesía y de la cultura oral, de tal forma que fomentemos la creatividad y la imaginación.  fzamora@abogados.or.cr